El vestuario del Señor

Capítulo 1

Vestidos con Cristo nuestro Rey

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"Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires.

 

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y estar firmes, habiendo acabado todo. Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos de verdad, y vestidos de la coraza de justicia. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de paz; Sobre todo, tomando el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

 

Y tomad el yelmo de salud, y la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios; Orando en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda instancia y suplicación por todos los santos..." Efesios 6:10-18

 


Las tempestades comenzaron a golpearme cerca del fin de mi primer año siendo Cristiana, y me sorprendieron. Había pasado un año exquisito aprendiendo a conocer a Jesucristo y descubriendo los recursos estupendos en su Reino. Yo creía que ya no tenía problemas con la vida cristiana. Era ignorante acerca de la guerra espiritual, y no me protegé ni contra la perversidad de mi carne (es decir, la naturaleza  humana), ni contra el diablo.

 

De repente, ni las circunstancias exteriores ni mis luchas interiores se parecían a lo que yo pensaba debería ser la vida cristiana. La desilusión, los fracasos, las pérdidas, son cosas que le suceden a todo el mundo, pero para mi abrieron la puerta a las dudas y a la desesperación. Las preguntas que pasaban por mi mente eran reflejo de la confusión de mi corazón: Si Jesús es mi Pastor ¿porqué no cuida mejor de ? Si Dios es mi Rey soberano ¿dónde está su poder que proporciona la fuerza y la paz? Si Dios es mi Padre ¿porqué no es más benévolo hacia mí?

 

Claro que el problema era yo misma, no era Dios. Simplemente yo no había comprendido todo lo que Él me ofrecía, ni había puesto en práctica lo que Él me había enseñado. No me había vestido con el vestuario que Él me había dado.

 

Yo tenía una imágen mental de un enlace de amor con mi Señor, es decir, su amor bajando hacia mí, así como una amistad con Él, caminando y trabajando uno al lado del otro. Esto sí ha ocurrido, y es muy precioso para mí, pero había pasado por alto lo mejor: la unión profunda en la que Él me une a sí mismo. Sigue siendo mi Señor y mi Salvador, pero siempre estamos juntos.

 

Jesús lo describió de esta manera: " En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros." Juan 14:20.

 

En otras palabras,

 

·    mi Padre primero,

·    Cristo en Él,

·    yo escondido en Jesucristo,

·    y Jesucristo llenándome

 

Así cualquier cosa que me afecte debe pasar primeramente por el Padre y el Hijo. No es solamente que Cristo me cubre, pero que somos uno. Vistiendo su vestuario no solamente me protege, pero me une a Él.

 

¿Estás listo y dispuesto a vestirte de Jesucristo?

Mi vestuario Real. 

Me visto de Cristo mi Señor, pero no por medio de repetir los nombres de las partes de la armadura, pero entrando en relación con el Dios vivo. Aseguro esta ropa nueva viviendo en unidad y comunión con Él. Esto comienza mirando profundamente a Dios.

 

Dios se desvela para mí en su Palabra a la cual Su espíritu da vida, y yo confieso todo lo que Él es para mí. Es mi Rey soberano y todopoderoso quien reina sobre todo (y reina hasta sobre el poder falso de Satanás), y es todo el vestuario así que cada parte individual:

 

 

Vistiéndome para la victoria

 

Dios se ha revelado a mí y espera que yo responde. Quiere darme todo lo que Él es y lo que Él tiene, pero solamente puede llenarme y vestirme si vengo a Él con humildad, confiando en Él y entregándome a Él. Esta postura, que es tan contraria a mi naturaleza humana, es posible cuando, por Su Espíritu Santo, puedo "verle" (2 Corintios 3:18).

 

Cuando veo Su grandeza, puedo tener confianza en Él, puedo reconocer mi falta, y puedo entregarme a Él para lo que Él propone. Las palabras (que sean pensadas, susurradas, o habladas) sirven para confirmar y reforzar al corazón entregado a Él. Por tanto Le digo cuál es mi respuesta. Por ejemplo, puedo orar como sigue:

 

Mi Precioso Rey, quiero confiar en Tí, y por eso me rindo a Tí en sacrificio vivo. Transfórmame en imágen de Tí por la renovación de mi entendimiento, que no haya nada que sea obstáculo que me impida ver a Tu gloria y conocer Tu voluntad. Escóndeme en Tí, Señor. Gracias, Señor, por habernos unidos.

 

Después, por la fe tomo a cada parte de Su armadura, afirmo su verdad de base, y la refiero a mí mismo.

Gracias, Señor, por Tu verdad. Contaré con todas las cosas maravillosas que me has mostrado y prometido.

 

Gracias por Tu justicia en mí. Tu me sanctificas y me das Tu belleza (Isaías 43:1-4, 25; Efesios 1:4, 2:1-10)

 

Gracias por la paz que tengo contigo y en Tí. Haz que me quede  silencioso en Tu presencia mientras trabajamos juntos este día. Haz que Tu paz fluye hacia los otros a través de mí. (Juan 14:27, 16:33)

 

Gracias por darme fé. Creo y anunciaré Tu soberanía, Tu sabiduría, Tu amor, y Tu victoria, no importa lo que me enfrente. (Gálatas 2:20)

 

Gracias por darme salvación eterna. Confío que me llevarás sano y salvo, y triunfante, a través de todas las dificultades de este día. Mantén mi corazón establecido en la esperanza de Tu salvación definitiva y alentadora y que me llevará a verte, mi Rey, cara a cara. (Romanos 5:8-10, 8:23; 1 Tesalonicenses 5:8-9; 1 Juan 3:3)

 

Gracias por Tu Palabra. Muéstrame las Escrituras que me darán hoy  victoria en mis pensamientos y emociones. (Efesios 6:17)

 

A medida que Su presencia protectora se hace más y más real para mí, solo necesito unas pocas palabras simples:

Padre mío, recíbeme: te pertenezco. Que se haga Tu voluntad. Escóndeme en Tí. Te amo, mi precioso Rey, y Te doy gracias.

 

Nueva ropa, nueva vida

 

Ahora, suponga que cada día he estado viniendo a Dios confiando en Él y rindiéndome a Él. A decir verdad, el "vestirme con Jesucristo" es un hábito diario. A pesar de esto, soy consciente de que hay algunos conflictos de los cuales  no puedo escapar. ¿Por qué será esto? Es posible que no he entendido correctamente lo que Dios me promete hacer por mí y lo que Él no me promete. Si supongo que Dios me protegerá mas allá de Sus promesas, me quedaré decepcionado y frustrado. En realidad, es posible que la armadura de Dios no me protegerá contra ciertas tempestades en el mundo (Mateo 5:45). Pero siempre me protegerá contra los ataques de Satanás, cuyas flechas se sirven de las circunstancias del mundo para destruir mucho más que lo puede hacer cualquier tempestad.

 

En otras palabras, puede ser que Dios no me extirpe de mis circunstancias. Sin embargo, Él me dará la victoria en medio de la adversidad: me protegerá contra el desaliento, la desesperación, la inutilidad -- todas esas emociones que destruyen y las formas de pensar que se presentan y perturban mi paz, niegan los recursos que tengo en Cristo, y sofocan mi gozo en Él. Jesús me pregunta: "¿Seguirás conmigo? ¿Seguirás confiando en Mí de tal manera que te quedes escondida en Mí? ¿Seguirás participando en Mi vida?"

 

Cuando me esconde en Él, llego a ser parte de Su vida. Voy a dónde Él va. Participo en Su corazón, Sus pensamientos, Sus preocupaciones, Sus acciones. Desde que Jesús me llamó a concordia con Él, siento los vientos que Le golpean. Junto a Él nos enfrentamos a las tormentas y las tensiones del mundo. Juntos soportamos el dolor de ser rechazados. Juntos sentimos el dolor que tiene un amigo y le traemos la verdad que reconforta.

 

Si Jesús me apartase de todo sufrimiento, yo no podría ser Su amiga y Su discípula. Él que es fuerte y yo que soy débil, debemos andar juntos para cumplir Sus propósitos. Él se sirve de las mismas circunstancias que yo prefiero evitar para hacer de mí una prueba viva, actual, de Su victoria sobre las tensiones del mundo y los poderes del diablo. De esta manera las tormentas que antes eran causa de devastación ahora afirman la victoria de la Armadura (1 Pedro 4:12-13).

Estar unidos

"Ámense los unos a los otros tal como los he amado.... En esto sabrán todos que ustedes son Mis discípulos, si se aman los unos a los otros" (Juan 13:34-35), Jesús nos recuerda -- a los que se visten de Su ropa y que participan en Su visión de cuán importante es el amor.

 

¿Por qué es el amor tan importante? Es porque nos necesitamos los unos a los otros. Sí, puedo vestirme por mí misma, pero sin el apoyo de amigos fideles me cansaré y puede ser que me sea muy difícil el mantenerme firme en el Señor. Aunque nuestra relación principal es con Dios, Él nos hizo de tal manera que debemos encajarnos en la vida el uno del otro, para que nos ocupemos y nos atendamos los unos a los otros, y que rezemos los unos para los otros con la misma preocupación que tenemos hacia nosotros mismos.

 

Acuérdense de la súplica de apóstol Pablo, en las últimas palabras que dió acerca de la Armadura de Dios:

" Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velen en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos, y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra... " (Efesios 6:18-19)

 

Cuando Satanás dirige hacia mis partes más débiles sus dudas, su desaliento, necesito un amigo a quien le importa suficientemente mi protección para  verificar que mi vestido me protege completamente. Cuando las flechas llegan a su objetivo y su veneno deforma mi perspectiva, necesito un amigo bien vestido que aún puede ver con claridad. Al presentarnos el uno al otro a Dios podemos mantenernos firmes juntos y demostrar la victoria de Dios en cualquier situación dolorosa, confusa, y difícil.

 


 PREGUNTAS PARA ESTUDIAR

  Vestirse con la Palabra Viva

 

Lee Efesios 6:10-18.

Toma tu tiempo y reflexiona cuidadosamente sobre su mensaje hasta que sea parte de tí.

 

1. ¿Porqué es este trozo importante para tu vida a tí?

 

2. Haz una lista de todas las exhortaciones (estímulo a hacer algo) que encuentras en este trozo. ¿Cuáles se repiten? Recuerda que el poder realizador de Dios viene con sus mandamientos.

 

3. ¿Qué es la guerra espiritual?

Lee Efesios 6:11-12.

4. Que te des cuenta de ello o no, cada día estás en una guerra espiritual. ¿Quién es tu enemigo en esta batalla? Describe a su poder.

 

5. Reflexiona sobe la estrategia del enemigo que se describe en 2 Corintios 11:14-15 y Apocalipsis 12:10-11. ¿Cómo te ataca a tí?

 

Estuviste en tal batalla en esta semana pasada? Explica.

 

6. Escribe a Efesios 6:10 en tus propias palabras, y hazle personal para tí.

 

Para tí ¿qué significa la frase "en el Señor"?

 

¿Cómo puedes ser siempre "fortalezado en el Señor"?

Lee Efesios 6:14-17.

7. Examina cada parte de la Armadura. Observa el tiempo de los verbos, y haz una lista de las partes de la armadura que ya son parte de tí. Si ya vistes estas piezas, ¿cuándo fué que te los pusiste?

 

8. ¿Qué puedes hacer ahora (cada día) para realizar todo el poder protector de estas piezas de la armadura?

 

9. ¿Qué partes de la armadura tienes que decidir de ponerte cada día? [Nota: recuerda que la palabra "salvación" tiene dos significados: uno es el cambio asombroso que Dios hizo en tí cuando por fé recibiste a Jesucristo y Él te llenó con Su vida, el otro es el rescate diario de los ataques de Satanás que Dios promete a los que confían en Él y Le siguen. Ambos significados vienen de la victoria sobre las fuerzaas del mal que Dios ganó en la cruz. Aunque seguimos necesitando a Su gracia salvadora en cada batalla espiritual, esto no diminuye la verdad de que nuestro Salvador ya nos ha salvado del poder del pecado,nos ha liberado de la condenación, y nos ha llenado con Su vida. Acuérdate que la eternidad gloriosa en que viviremos con nuestro Rey ya ha comenzado. Cada día tenemos que acordarnos que Él es nuestro maravilloso Salvador, ahora y por siempre.]

 

10. En el versículo 18, ¿qué te manda Dios a hacer? ¿Cómo te ayuda este versículo a entender cuánto nos necesitamos el uno al otro?

Lee Éxodo 17:8-13.

11. ¿Cómo ganaron los Israelitas la batalla contra Amalec?

 

12. Compara la experiencia de Moisés (es decir, su necesidad en medio de la batalla y el apoyo que recibió) a la experiencia de tus proprias batallas. ¿Necesitas a tus hermanos en Cristo? ¿Te necesitan ellos a tí? ¿Porqué?

 

13. ¿Cuáles son algunas de las maneras en que nos alentamos y fortalecemos en Cristo los unos a os otros? Da un ejemplo de tu propria experiencia.


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